La confianza que se crea en el espacio terapéutico es muy especial y hasta cierto punto enigmática, en “¿qué hay de diferente en hablar en un consultorio?” te hablé de las razones por las que es importante y al mismo tiempo valioso que identifiques que el trabajo terapéutico es distinto en relación al resultado que tendrás después de hablar con alguna persona cercana o importante en tu vida y aunque tu psicoterapeuta llegue a conocer tus secretos, sentimientos, intenciones y miedos, no significa que estés estableciendo una relación de amistad sino más bien que estás estableciendo un vínculo terapéutico en el que el centro debes ser tu.
También es importante señalar que el núcleo de las amistades es que haya una correspondencia en relación con el conocimiento, apertura confianza y comunicación relacionada con la vida personal de cada una de las partes y en relación con la terapia mientras más abstinencia tenga tu terapeuta con relación al espacio terapéutico mayor beneficio obtendrás. Reconozcamos que por más abiertos que seamos con nuestras amistades más cercanas, siempre nos reservamos algo por pena, vergüenza o temor a un juicio que no nos vaya a gustar o también podemos elegir decir ciertas cosas de una forma que no sea apegada a lo que realmente pensemos, para no romper la armonía del momento o provocar algún conflicto; el hecho de no tener una amistad con tu terapeuta abre un canal en el que todo prejuicio, temor o pena queda fuera puesto que al no conocer sus posturas personales, hay mayor libertad de hablar sin preocupaciones extras.
Dado que el terapeuta no es el centro del tratamiento su lenguaje corporal, sus expresiones y reacciones en relación con lo que tú vayas mencionando deben ser medidas para que no contaminen tu discurso y puedas seguir profundizando cada vez más.
La postura del terapeuta cambia dependiendo de la corriente a la que acudes, pero en general es ideal que no se establezca una relación amistosa sino más bien cordial que provoque confianza, pero sobre todo que promueva el trabajo terapéutico en el paciente sin la contaminación que pueda causar el mundo personal del terapeuta.
Hay ciertas situaciones muy particulares en las que los terapeutas se verán de cierta forma obligados a romper el encuadre establecido al inicio en pro de apoyar alguna situación muy específica que tenga algún paciente y será algo que tendrá que hacer hablado posteriormente en otras sesiones para aclarar los motivos por los cual es el terapeuta haya decidido dar un giro, pero aún en esa situación no se debe confundir con una amistosa.
Así como en su momento mencioné que sólo la terapia es terapia, tu psicoterapeuta es sólo tu psicoterapeuta y no tu amigo por lo cual no debe haber interacción fuera del consultorio de ningún tipo y al mismo tiempo cualquier duda al respecto deberá dirigirse al espacio teniendo como referencia el encuadre inicial.
Para terminar, quiero aclarar que el hecho de que tu terapeuta no sea tu amigo no le resta importancia a tu presencia en el consultorio y, al contrario, se vuelve un vínculo hecho a la medida para tu trabajo terapéutico para tener un referente sin roles determinados en los que puedas volcar por medio de la palabra, los vínculos amistosos y familiares que sí tienes fuera del consultorio con las personas con las que convives o tienes lazos importantes, es decir, para que en la sesión se pongan en juego tus relaciones personales, el psicoterapeuta no debe ser ninguna de manera predeterminada.