Todos en algún momento de nuestra vida hemos percibido ansiedad en cierta medida. En la infancia tras identificar algún elemento amenazante dando que no tenemos aún las herramientas para entenderlo o al ir creciendo al reconocer situaciones que nos resultan complejas, indeseables o que implican algún tipo de peligro. Es decir, la ansiedad es una reacción emocional que funciona como un mecanismo de defensa esperado ante ciertos estímulos; no todo es negativo en relación con la ansiedad, ya que por un lado nos muestra cuando hay algún peligro y también nos moviliza cuando deseamos que algo sea diferente.
Pero dejando el lado favorecedor de la ansiedad, hay ciertos factores que desencadenan una situación de ansiedad y que combinados desarrollan una condición crónica:
Factores predisponentes:
- Factores genéticos y biológicos.
- Estilo de vida, patrones de afrontamiento del estrés y personalidad.
- Contexto social, familiar, ambiental y aprendizaje.
Factores desencadenantes:
- Situaciones que alteran la estabilidad y desbordan nuestra capacidad emocional.
- Acontecimientos que requieren alta exigencia de adaptabilidad a raíz de crisis importantes
- Limitantes percibidas con rigidez que impiden el cumplimiento de metas y deseos.
- Consumo de drogas y sustancias estimulantes.
Factores ligados al manejo de la ansiedad tras la vivencia de esta.
- El “miedo al miedo”
- Pérdida de la capacidad para afrontar problemas, provocado por la vivencia de ansiedad.
- Soluciones con resultados contraproducentes que fortalecen la presencia de la ansiedad.
- Presencia de síntomas de ansiedad que afectan áreas de la personalidad que estaban libres de conflicto
- Dificultad para identificar con claridad los elementos problemáticos que provocan ansiedad.
- Desarrollo de fobias.
Ante todos estos factores que amenazan nuestra estabilidad emocional, al verlos mezclados se crea una defensa continua que frecuentemente se vuelve una constante y el objetivo de adaptación se pierde, lo que conlleva un trastorno de ansiedad que lamentablemente es muy frecuente en la población mundial.
“La relación con la realidad es conflictiva porque estamos activamente en ella, o, mejor, formamos parte de ella, y en ella el ser humano desea respecto de los objetos y por tanto ha de modificarla, a lo que la realidad se resiste. El ser humano quiere lo que no tiene, y lo que tiene teme perderlo” (Carlos Castilla del Pino, en Teoría de los Sentimientos)
La ansiedad es algo que se manifiesta en nuestro cuerpo y llega a ser una vivencia entre confusa y muy intensa, lo que puede afectar nuestro juicio y capacidad de reacción ante las cosas comunes.
Los síntomas por los que se manifiesta la ansiedad pueden ser muy variados y sus estragos en el cuerpo pueden llevar al desarrollo de enfermedades relacionadas al estrés, lo delicado es que como la ansiedad es una situación que actualmente es muy común, podemos minimizar su presencia en nuestra vida y podemos negar, evadir o hasta resignarnos a las consecuencias que tiene en nuestra salud como si fuera una condición a la que nos tenemos que acostumbrar por no haber otra salida.
La terapia es un espacio en donde se puede abrir la oportunidad de darle palabra a todo eso de lo que habla la ansiedad (que siempre es particular) de manera personalizada, pero se sabe que el manejo y tratamiento de la ansiedad, requiere de un manejo multidisciplinario en donde nuestra totalidad se vea involucrada en recobrar nuestras capacidades adaptativas, con un enfoque claro de los problemas y al mismo tiempo una relación mente y cuerpo que lo favorezca.
Desde la actividad física, la nutrición, la meditación y terapia, hasta la actividad social positiva y una actividad organizada que no rebase nuestras capacidades, son elementos que deben ser considerados para integrar una rutina que aporte al manejo de la ansiedad.