La práctica de la psicología en México se rige por el Código ético del psicólogo que fue establecido por la Sociedad Mexicana de Psicología; en él se muestran ciertos lineamientos que pretenden proteger a los pacientes en relación a su integridad y al mismo tiempo dan una guía para que los psicólogos podamos identificar cuáles son los límites de nuestra relación con los pacientes dado que son personas frecuentemente vulnerables que se están poniendo en nuestras manos para resolver, atender y escuchar elementos totalmente confidenciales que deben ser manejados con delicadeza y profesionalismo coherente a la especialidad de cada terapeuta.
Dado que los psicólogos trabajamos para promover la salud mental de las personas y ésta tiene una base fundamental en los vínculos afectivos, es necesario que se establezcan claramente los límites del encuadre en el tratamiento y es muy importante que los pacientes lo sepan al iniciar la terapia a la que están acudiendo y que aclare con el psicólogo cuáles son las reglas y lineamientos de dicha atención.
La confianza es una de las principales razones por la cual una persona elige a su terapeuta, pero no se debe confundir dicha confianza con una amistad por más cordial que sea, el psicólogo no es alguien de quien se deba saber detalles de su vida personal, no es alguien que va a poner de entrada sus necesidades emocionales en juego durante la terapia con su paciente, sino que es alguien que estará centrado y focalizado desde su especialidad para atender el motivo de consulta del paciente.
En este punto cabe señalar que, con base en la teoría y las implicaciones en el tratamiento, los psicólogos no pueden tener relaciones de tipo amorosas ni sexuales con sus pacientes y tampoco deberá atender a sus familiares o amigos puesto que esto interfiere en el alcance terapéutico y crea conflictos que no favorecen en absoluto al tratamiento y dado que el psicólogo se encuentra en una postura de autoridad en el consultorio, dichas acciones pueden considerarse un abuso.
En el código ético del psicólogo se identifica el precepto fundamental de la ética que señala:
“El psicólogo asume la responsabilidad de actuar, en el desempeño de sus actividades profesionales, académicas y científicas bajo un criterio rector, que es garantizar en todo momento el bienestar de todos aquellos individuos, grupos u organizaciones que requieran de sus servicios, dentro de los límites naturales de la práctica de la Psicología. Por tanto, se adhiere a los siguientes principios:
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Respeto a los derechos y a la dignidad de las personas
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Cuidado responsable
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Integridad en las relaciones
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Responsabilidad hacia la sociedad y la humanidad”(Sociedad Mexicana de Psicología, 2005)
Cuando un psicólogo corrompe la ética profesional tiene como sanciones desde una amonestación hasta la suspensión de su licencia para ejercer la psicología y esta sanción la determina el Comité Nacional de Ética de Psicología y la Sociedad Mexicana de Psicología en colaboración con comisiones de arbitraje con la Dirección General de Profesionales de la Secretaría de Educación Pública.
Por otro lado también quiero señalar que hay normas de conducta que los psicólogos tenemos que tener constantemente en consideración para la adecuada práctica, presencia e identificación de nuestra autoridad como psicólogos ante los ámbitos profesionales y académicos; dichas normas están divididas en varios artículos que suman la responsabilidad y conducción en nuestras declaraciones públicas en relación a nuestro trabajo, investigación y los casos clínicos de estudio para no dañar la identidad de los pacientes.
Esto es solo una visión general del código que los psicólogos deben cumplir para garantizar el manejo adecuado de pacientes. No está de sobra aclarar que la psicología debe ser ejercida por personas con titulación, cédula profesional y actualización constante.
Cualquier persona que se dedique a atender personas sin tener una formación profesional propiamente dicha en relación con la salud mental, pone en riesgo la integridad de los pacientes dado que no están obligados a cumplir un criterio ético y no están facultados para ejercer con una base teórica reconocida.