“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.” S. Freud
Vaya que nos interesa interactuar, actualmente existe un exceso de información e inmediatez en relación a una oferta creciente de material que compartir, que nos provoca la ilusión de estar conectados con muchas personas por medio de las redes sociales, cuando en realidad es un dispositivo descartable a nuestro gusto; esta nueva situación actual hace sentir a muchos que están comunicándose, que están acompañados de quien responde del otro lado de su dispositivo y sabemos que puede hacer evidentes conductas y actividades adictivas y al margen de esto, que muchos malentendidos y conflictos tienen lugar en este tipo de medios de relativa comunicación.
Las charlas de café con nuestras amistades o esos momentos de relajación tomando una copa con la gente cercana causan una satisfacción y una sensación de compañía muy reconfortante, es un intercambio de ideas que aún la tecnología más avanzada no ha logrado descartar, afortunadamente. La presencia física sigue siendo importante y aunque parezca en desuso por la interrupción de los teléfonos celulares y la seducción de las notificaciones que nos hacen sentir tan importantes y necesarios para más de uno, el contacto visual, el tacto y el calor de un abrazo siguen siendo incomparables. –Ya hablaré en otro momento sobre las nuevas generaciones y la evasión al contacto físico.-
Dejando en claro la riqueza que se encuentra en la compañía y el habla en persona, muchos creen que con hablar de sus problemas ininterrumpidamente con un buen amigo cercano e intercambiar puntos de vista al respecto, estos van a tomar cause. Claro que es liberador desahogarse con un amigo, y es importante contar con este tipo de vínculos, la diferencia que de inicio se pone en un consultorio es que en ese lugar tú te vas a mostrar sin precedentes en la mente del terapeuta, en ese lugar y momento lo único y más importante eres tú y lo que vas a decir, no quién tiene la razón en un problema en específico. La vida personal del terapeuta queda fuera de la ecuación y está especializado en centrarse en ti, lo que digas y omitas será observado como un elemento que forme parte de un universo que tú irás formando con cada palabra, recuerdo y emoción que relates en tu espacio sin distracciones u opiniones que provengan de un juicio (como pasa con los amigos).
Digamos que aunque puedes sentir que tus amigos te conocen muy bien y te sientas libre con ellos, al mismo tiempo ya te tienen en un molde hecho por esa amistad, mientras que con el terapeuta tú llegas siendo el ingrediente principal de algo que sólo tú decidirás formar.
En este momento voy a dar por obvia la importancia que tiene el estudio y formación de quien atiende y en un futuro hablaré con profundidad de ello, pero no quiero dejar pasar el hecho de que actualmente la información está ya tan al alcance de todos, de una manera tan sencilla que sumado a los mensajes continuos de superación y alcance de la felicidad y tranquilidad, hay gente que cree que con el hecho de recibirlos constantemente y que le hagan sentido como una frase reflexiva a modo de libro de autosuperación, estos tendrán algún efecto en su persona o que al referírsela a alguien que está en conflicto le ayuda de alguna forma pero más allá de ser un gesto amable, lo que sucede es que se tapa con palabras de alguien más lo que el sujeto mismo podría estar produciendo en un espacio terapéutico con algo que haga sentido y forma en relación a su particularidad.
Frecuentemente llegan los pacientes al consultorio sin saber de qué hablar o qué decir, preferirían que fuera un interrogatorio donde el terapeuta dé guía de por dónde ir, pero justo dejar un espacio abierto a lo que el paciente refiere de sí mismo da una evidencia de su relación consigo mismo, sea cual sea el objetivo que lo llevó al consultorio. Es interesante encontrar cuán difícil puede ser para una persona hablar de sí misma. No es tan fácil escribir una idea en un papel en blanco pero teniendo en mente que en relación a un espacio terapéutico el habla es justo la materia prima con la que el paciente toma caminos y el terapeuta alumbra, es es algo que se va descubriendo al paso de las sesiones y poco a poco se va entendiendo de qué va ese espacio y para qué lo estamos utilizando.
Hay diferentes formas de hablar dependiendo los vínculos pero también dependiendo el espacio en donde se dan y qué se persigue en ese discurso. No es lo mismo hablar para desahogarse que hablar para ser escuchado, hablar para esperar una respuesta, hablar para no decir nada, hablar para callar y evadir algo más, un sinfín de usos que se le da al habla y todas en función de vínculos particulares y momento personales; en una sesión todos esos tipos de habla tienen un lugar específico que se centrarán en tú proceso, claro está que esta es una de las muchas razones por las que la regularidad de las sesiones es sumamente importante.
Hay mucha información teórica referente al vínculo particular que se crea en una relación paciente/terapeuta o paciente/analista, sea cual sea el caso y dependiendo de la escuela o postura de quien atiende, dicho vínculo es trabajado y estudiado de diversas formas, pero me gustaría terminar este comentario recalcando la importancia que tiene el habla dirigida al espacio terapéutico, ese en donde no hay más que uno formulándose en presencia de la escucha del otro.
Escuchar lo que uno mismo tiene que decir de sí, valdrá la pena siempre.