Antes de empezar a leer esta publicación te recomiendo leer ¿Tu hijo necesita terapia psicológica? (Parte 1), para que tengas mucha más información sobre este tema.
El segundo escenario que encontramos se da cuando alguien que está en contacto profesional con el niño como el pediatra y las maestras o en ocasiones hasta un familiar que represente una autoridad importante, sugiere que el niño necesita atención psicológica.
Es fácil encontrar que los padres se alteren, incomoden o se sorprendan ante dicho comentario, porque de entrada se pueden sentir evidenciados como si fueran malos padres o si no conocieran bien a sus hijos e ignoraran algo sobre ellos; es entendible que reaccionen de dicha manera, sin embargo una vez asimilada la sugerencia es importante que cuestionen abierta y sinceramente acerca de qué o cómo es que se emite dicha propuesta, reconocer desde qué lugar es que se elabora y si tiene lugar y congruencia acudir a la valoración psicológica para despejar dudas y por el bien del menor, atender cualquier problema que se esté dando en presencia o no de los padres.
La paternidad tiene muchos puntos de partida y fantasías involucradas, una muy importante es la que está relacionada con cómo los padres esperan que sean sus hijos; se tienen expectativas que son inevitables y que forman un molde que los niños rompen al nacer y son diferentes a lo que los padres esperaban.
Esto por un lado es un reto de aceptación para los padres ya que se pondrá a prueba su flexibilidad y al mismo tiempo llegarán a sorprenderse por las capacidades que sus hijos tienen y que tal vez ni habían imaginado. Cada hijo es único en habilidades, preferencias y desarrollo.
La infancia es un proceso de constantes cambios que acompañan el desarrollo, los niños no son conscientes de su crecimiento de manera lúcida, puntual y constante pero si dan evidencias cuando algo no está tomando sentido en su vida, la limita o afecta. Aunque un pequeño sea dependiente no deja de ser un individuo y como tal, los padres deben darse a la tarea de conocer su personalidad y carácter de manera abierta y siendo responsables de la influencia que tienen en el aprendizaje de sus hijos.
Esto no es tarea fácil y no hay que confundir el proceso de desarrollo de elementos de personalidad con conflictos que afecten el presente del niño y/o su vida adulta.
Cuando un pequeño manifiesta conflictos que estén ligados a su estado emocional y/o desarrollo, puede ser en muchos casos un desconcierto para los padres y es difícil para ellos reconocer que mientras más se refute o niegue el conflicto del hijo, la complejidad irá creciendo y con ello la afección del niño irá abarcando cada vez más elementos de su vida. Hay quienes llegan a pensar “ya se le pasará” pero hay que reconocer que el paso del tiempo no es ninguna garantía, así que los padres deben estar bien al pendientes de la evolución de la conflictiva del pequeño y si ellos mismos con sus herramientas afectivas están dando lugar y ayudando al niño a superar dicha situación o si se les está saliendo de las manos y requieren apoyo profesional.
Frecuentemente encontramos padres que desde un lugar de mucha ansiedad, no dan seguimiento al tratamiento de sus hijos porque refleja ciertos cambios en el pequeño que los padres de entrada no comprenden y a los cuales ellos mismo también tendrían que adaptarse y modificar condiciones que hasta ese momento seguramente se ignoraban y que son las mismas que influyen en la problemática del pequeño. Esto evidentemente causa resistencia en los padres y en ocasiones prefieren interrumpir el tratamiento lamentablemente. Esta es una de las varias razones por las que frecuentemente se sugiere psicoterapia para los padres de familia, ya que se busca que a la par ellos esclarezcan su situación y estar ante el conflicto de sus hijos para que logren evolucionar de manera favorable para su tratamiento.
Algunas llamadas de atención pueden ser si tu hijo:
- Tiene algún retroceso en las metas que había alcanzado como comer solo, controlar esfínteres, dormir en su propia cama, deja de hacer ciertas cosas con independencia o deja de hablar con claridad.
- Lo notas inseguro (diferenciar de la timidez) en relación a ambientes que antes lo hacían sentir tranquilo.
- Presenta terrores nocturnos como ideas de monstruos o fantasías amenazantes.
Esos son solo algunos signos que los pequeños pueden mostrar como evidencia de que algo en su mundo afectivo no está tomando un lugar en su desarrollo de manera favorecedora y requiere atención profesional, no dudes en acercarte a un experto para orientación y apoyo.