El proceso natural del cuerpo consiste en seguir un ritmo que nos lleva a una cúspide donde nuestras capacidades físicas y mentales están conjugadas hasta que alcanzamos un nivel de rendimiento máximo.
Después el tiempo sigue su curso y aunque las funciones mentales sigan en óptimas condiciones, el cuerpo empieza a responder a la herencia genética, el cuidado y los hábitos que hayamos tenido en la juventud entre muchas otras cosas e inevitablemente disminuye su empuje paulatinamente.
Esto tiene un impacto significativo en la mayoría de los adultos mayores, de inicio porque es complicado elaborar un duelo por el cuerpo que ya no funciona como antes, aceptar alguna enfermedad que pueda ser crónica y/o degenerativa también resulta complicado y adaptarse a la idea de un cuidado de la salud de manera más estrecha, conlleva aceptar la etapa que se está viviendo y aquí llegamos a un punto muy importante en relación a la avanzada edad, me refiero al temor y rechazo que de manera social se tiene a este momento del desarrollo de la vida; pero de entrada ya di un par de situaciones particulares en la tercera edad que pueden ser tratados en psicoterapia.
Es tan grande el estigma que se tiene sobre la vida del adulto mayor que hasta se ha tratado de llamarla de diferentes formas para no sonar despectivos, cuando en realidad no es la etapa si no su idea misma la que es errónea. La mayoría de la población piensa lamentablemente que este momento de la vida es de gran sufrimiento, inutilidad, humillación y soledad, sin reparar en que la vida de manera natural nos llevará a todos a experimentar esa etapa y aunque no sabemos cuánto tiempo viviremos en la tercera edad, muchas personas no se cuestionan ni trabajan su miedo a la muerte y es lo único en lo que centran este momento del desarrollo de la vida y la llegan a padecer enormemente.
Cabe mencionar que un estigma puede llegar a ser tan invasivo que una persona que en su juventud se haya hecho a la idea de que la vejez es completamente negativa, al llegar a la edad madura sufre enormemente sin siquiera tener un motivo directo, sino simplemente hacer realidad su lamentable convicción.
La realidad es que un adulto mayor puede vivir esta etapa sin perder su dignidad y adaptándose a esta etapa, si desde joven acepta que es una etapa más de la vida y reconoce su cuerpo y sus capacidades no como enemigos sino como un mapa que marca un camino que puede tener sorpresas y puede llegar a ser desconocido, pero que al mismo tiempo sigue respondiendo a la vida y vale la pena experimentarlo desde una postura mucho más consciente, responsable y llevadera.
No es una etapa que implique sufrimiento en sí misma, así que no hay razón para aguantar el malestar emocional, siempre hay opciones para trabajarlo.
Muchos adultos mayores recalcan estar en la última etapa de su vida y por esa razón llegan a pensar que hay muchas cosas que ya no valen la pena y en ese sacrificio de cosas que aún pueden hacer esta por ejemplo, acudir a terapia. Es importante reconocer que el temor de la proximidad a la muerte puede llegar a paralizar a una persona y justo éste es otro buen motivo para acudir a terapia psicológica. Hasta el día de hoy estemos saludables o enfermos, no podemos determinar con claridad el momento justo de nuestra muerte y como sabemos es algo que puede ocurrir en cualquier momento, sin embargo vivir una etapa de manera estática y sentarse a esperar ese momento significa ya una renuncia al mundo interno y sus afectos, siendo que tiene en una psicoterapia la oportunidad de hablar de sí, de su historia, sus deseos, logros, cosas pendientes y situación actual entre muchas otras cosas más, obteniendo de entrada el beneficio reconfortante que da la escucha profesional.