Si estás pensando que al acudir con un psicólogo todos tus problemas van a desaparecer, te va a decir puntualmente qué hacer con ellos o crees que con hablarlos en una sola sesión vas a quedar “curado”, lamento decirte que no es así como funciona un proceso psicológico y tampoco es la finalidad.
Desafortunadamente uno de los malentendidos qué hay en relación con la psicología es justo que los problemas se van a resolver por si solos con un par de indicaciones del psicólogo, pero la realidad es que el cambio en tus problemáticas sería un efecto secundario al tratamiento más no el objetivo inicial de la terapia, déjame explicarte cómo.
Aunque ya hemos hablado de qué hay varias corrientes de tratamiento psicológico, un denominador común es que el paciente trabajará consigo mismo con lo que se ponga en juego en las sesiones, podría hasta recibir indicaciones muy directas dependiendo de algunas terapias centradas en la conducta o tendrá que explorar desde otro punto de vista lo que se maneje en otro tipo de tratamientos pero como puedes ver, la posibilidad de cambio depende de la responsabilidad que el paciente admita tener en su entorno, vida y relaciones y también de lo que esté dispuesto a investigar en cuanto a lo que se va mostrando en su tratamiento psicológico.
Cuando una persona inicia un tratamiento es como si entrara en una gruta con una sola linterna en las manos, el psicólogo le enseña cómo prender esa lámpara y el paciente habla de cómo cree que llegó a esa gruta, de lo oscura que es y muchas veces exige simplemente que lo saquen de ahí. Conforme empieza a avanzar el tratamiento se da cuenta de la diversidad de elementos que componen su problema tal y como si fueran las cavernas de la gruta en la que se encuentra y posteriormente empieza a reconocer las diferentes salidas que él mismo tendrá que explorar y si así lo desea, elegir para salir de ahí.
Muchas personas registran frustración y abandonan el tratamiento psicológico por que sienten que no avanzan, que el terapeuta no les dice nada y no les da instrucciones de cómo cambiar o resolver sus problemas. Si simplificamos mucho dicha situación de manera muy generalizada puede haber 2 causales muy básicas:
- No identificas una relación de confianza con tu terapeuta y/o no entiendes muy bien cómo funciona el tratamiento que iniciaste por lo que podrías hablar de esto con el mismo terapeuta o cambiar ya sea de tipo de terapia o psicólogo.
- No estás acostumbrado a reflexionar de manera más profunda en tu responsabilidad ante tu vida y entorno por lo que hay una desconexión entre lo que te aqueja y tu postura personal, así que probablemente preferirías que te dieran una receta de cómo salir de un problema que paradójicamente tú mismo no sabes cómo funciona. Esta es una resistencia común que, si se llega a identificar y reconocer por parte del paciente, se puede trabajar en la terapia para dar lugar a un proceso con resultados significativos.
Aquí quiero retomar “la duración del tratamiento psicológico” porque justo el ejercicio que se desarrolla en la terapia entre lo cognitivo y lo emocional lleva su tiempo, es una construcción que poco a poco va creando un intelecto a partir de lo que se trabaja en la sesión y es una construcción del paciente con la ayuda del terapeuta, mas no una lista de tareas a completar para que los problemas desaparezcan. En terapia de cierta forma aprendes a pensar desde otro lugar que no identificabas, eso lleva tiempo y depende en gran medida del trabajo y peso que el paciente le dé a su proceso terapéutico.
Así que como ves, el psicólogo no va a hacer desaparecer tus problemas, pero si te va a ayudar a observarlos y reconocerlos desde otras perspectivas de manera que te conozcas mejor a ti mismo y los afrontes desde una postura que tal vez cambie de dimensión tus problemas.
En pocas palabras un tratamiento psicológico no hace desaparecer los problemas, pero si influye en tu postura y actuar ante ellos por lo que tendrás en tus manos la posibilidad de resolverlos, modificarlos y vivirlos de una manera mas bondadosa contigo mismo.