Los vínculos afectivos a lo largo de la vida tienen diferentes matices, pero siempre con una carga importante, al inicio de la vida tienen una función de sobre vivencia y poco a poco nos ayudan a estructurar el mundo interno teniendo de por medio ciertas fantasías de manera subjetiva.
Nos vinculamos con familiares, el mundo que nos rodea, la sociedad y con nosotros mismos, pero la forma, expectativa y razón hablan mucho de la especificidad de cada relación que formamos y mucho tiene que ver la forma en la que se crearon nuestros primeros lazos, pero tiene mucho más peso la manera en la que tomamos distancia para identificarnos como individuos.
En relación a los vínculos primarios, esos que tenemos con nuestros padres, es importante señalar que si al infante se le da una libertad relativa a su etapa del desarrollo, sentirá la suficiente seguridad en sí mismo para tomar cierta distancia y al mismo tiempo encontrará la confianza de regresar sin que signifique un conflicto y esto fortalece la relación con los padres; en cambio, si no se da la oportunidad de reconocer las diferencias y la distancia, surgirá una dificultad bastante importante para identificarse a sí mismo como un individuo y se formará una situación de dependencia en la cual los límites personales quedarán diluidos.
La relación de dependencia en la vida adulta se forma a partir de la carencia que una persona no identifica de manera clara y suficiente como para trabajar en sí misma y es entonces que busca constantemente cubrir con personas o acciones dicha sensación de falta y mucho de esto tendrá que ver con su tolerancia a la frustración y ciertas expectativas que tenga, ya sea de los vínculos o de su inseguridad personal ya que es más fácil de cierta forma culpar al otro por las cosas que a uno mismo le hagan falta a reconocer que uno es quien tiene que hacer para entender porqué algo le faltaría.
Por otro lado, hay relaciones en las que se forma la dependencia por medio de la prohibición o impedimento para que la otra persona sea independiente y entonces se crean necesidades que perpetúan la presencia del otro haciendo así muy complicada la separación y volviendo esta la forma en la que se mantiene un contacto forzado. De esta forma no se logra identificar con claridad qué es eso que fuera de la necesidad, produce una cercanía.
En este punto quiero aclarar que las relaciones favorecedoras en la subjetividad de cada uno son aquellas que promueven la libertad de movimiento de los elementos del vínculo y desde esa libertad es que se relacionan, siendo entonces un lugar seguro del cual partir, ir y venir sin ninguna atadura si no más bien por medio de un lazo emocional en donde cada uno puede ser para sí mismo y compartir un afecto a fin.
Los lazos complicados por una situación de necesidad y dependencia fácilmente pueden caer en algún tipo de categoría propia de la violencia psicológica en la que se anulan las necesidades individuales para crear condiciones, sentencias, manipulaciones y agresiones en relación con el ser que se encuentre más vulnerable en ese juego de poder.
No es poca cosa el identificar que se es parte de una relación de dependencia ya que requiere una toma de consciencia en relación a algo que paradójicamente se pone en juego para borrar la consciencia de sí mismo, pero es muy importante una vez identificado que se dé la atención profesional necesaria para escuchar, reconocer y retomar una postura personal ante algo tan importante como los vínculos familiares, de pareja o amistosos que resulten perjudiciales para la libertad, individualidad y salud mental de una persona.