Para el dolor de muelas está el dentista, para el dolor emocional está el psicoanalista.
Voy a proponer un ejemplo un tanto burdo para explicar la importancia de atender lo que podemos entender como dolor emocional. Cuando tenemos un dolor físico, pongamos un dolor de muela, acudimos al dentista quien realiza un procedimiento localizado para determinar cuál es el problema que causa el dolor y trabaja para eliminarlo, al final del tratamiento nos da una serie de recomendaciones que serán nuestra responsabilidad seguir para cuidar nuestra salud bucal y evitar la pronta aparición de un nuevo malestar.
Si reflexionamos un poco en relación a nuestro estar emocional y las experiencias dolorosas, sabemos reconocer las experiencias que en nuestra historia nos han hecho sentir dolor emocional, hay quien evoque situaciones que habrán superado y otras que tal vez con traerlas a la mente, les vuelven a provocar dolor.
A diferencia del ejemplo que acabo de formular sobre el dentista, la atención terapéutica es algo que lamentablemente por lo general, no se reconoce de primer instancia como el lugar donde tiene espacio el manejo de las emociones y justo es donde se trabaja para entender de dónde viene ese dolor emocional y qué se va a hacer con él para poder continuar con una vida digna y tranquila.
Es entendible que las resistencias son difíciles de vencer porque trabajar el dolor implica hablarlo, verlo de frente y analizarlo; pero al mismo tiempo es lamentable que la sociedad no dé de inicio el reconocimiento al consultorio psic porque frecuentemente se acuden a otras “opciones” que lo que hacen es eludir la situación ligando los sentimientos a otros síntomas o condiciones que de momento nos hagan creer que el dolor se ha ido, antes de ir al lugar donde el dolor emocional tiene un cauce y una oportunidad de ser trabajado. Es como quienes prefieren auto medicarse, evadiendo la atención médica creyendo que con el hecho de ahorrarse los honorarios del doctor van a salir de un problema de salud, cuando seguramente lo están empeorando a largo plazo.
Podríamos decir de manera muy simple que en relación al cuerpo hay varias situaciones desde donde podemos cuidarlo:
- El autoconocimiento que podemos desarrollar registrando nuestras sensaciones y escuchando lo que el cuerpo nos refleja como síntoma y/o parámetro de equilibrio o bienestar.
- El cuidado preventivo por medio de hábitos saludables.
- La intervención que la clínica hace por medio de evaluaciones que nos pueden mostrar el estado de nuestro cuerpo y da constancia de un estado de salud general que está en nuestras propias manos mantener, pero que también detecta síntomas de enfermedades que son silenciosas y que pueden alertarnos antes de que el problema se salga de control.
En relación al cuidado de nuestro mundo interno el psicoanálisis por ejemplo, nos ofrece un lugar en donde conocer a mayor profundidad lo que nuestra historia personal tiene reflejado en nuestro estado actual, mismo conocimiento que pasa por el registro de lo emocional pero también de lo corpóreo, siendo así un lugar donde el origen de muchas situaciones que pueden estar arrastrando o evadiendo -que se pueden exacerbar en una situación de crisis emocional- toman un sentido que puede darnos una herramienta de afrontamiento distinta. Es importante que quede claro que no es que nos lleve a evitar el dolor emocional dada alguna vivencia particular, pero sí que nos ayuda a darle un sentido para de alguna manera no convertirlo en sufrimiento patológico o un callejón sin salida.
La muerte, las pérdidas, las separaciones, las situaciones familiares, económicas, la presión social entre muchas otras cosas pueden provocar dolor emocional y con ello se pueden desarrollar una amplia gama de síntomas que nos impidan llevar una vida tranquila o que nos aleje de objetivos o metas personales. Es por esto que reconocer que la atención terapéutica es la forma en la que podemos trabajar sobre ese dolor, su núcleo y su lugar en nuestro momento personal, es de gran importancia para poder continuar con nuestra vida teniendo claridad de nuestras cicatrices afectivas con responsabilidad y comprensión hacia uno mismo para no caer en victimización, desarrollo de problemas psíquicos complejos o conductas y actitudes que afecten nuestro entorno de una manera negativa que provoque cada vez más problemas y limiten nuestro bienestar.
Atender nuestro dolor emocional nos ayuda a entendernos ante él y prevenir complicaciones psíquicas que se pueden desarrollar ya sea con el tiempo o ante la vivencia de una nueva dificultad, sabemos que la vida tiene retos afectivos y momentos adversos, pero no todos tienen que agravarse, no todos tienen que llegar al sufrimiento y conocernos ante el dolor nos da herramientas para sortear los momentos difíciles.
Acude con un especialista para atender tu dolor emocional tal y como lo harías con cualquier dolencia física. Aguantarte, fuera de hacerte fuerte, mina tu energía igual que un dolor de muelas sin atender.