Tenemos una capacidad fisiológica de guardar elementos en nuestra memoria y en nuestro cerebro lleva un proceso neurológico específico, pero la manera en la que rememoramos hace uso de nuestra capacidad física conjugado con nuestra parte emocional y podemos recordar sensaciones, aromas, sabores, sonidos e imágenes entre muchas otras cosas que irán acompañadas de un significado emocional y que será tu referente afectivo para relatar un recuerdo.
En relación con las cosas dolorosas o difíciles de entender o procesar en nuestro mundo afectivo, el primer deseo o el más inmediato sería que esos momentos no existieran, pero la realidad es que todos pasaremos por cosas que no nos gustan, que no son como queremos que sean o que el resultado no es el que deseamos y nos provocará cierto dolor emocional o rechazo.
Nuestro estar en el presente y cómo podemos referir nuestro pasado, hace evidente la manera en la que ha sido tramitado en nuestras emociones, es frecuente que olvidemos ciertos detalles de cosas traumáticas o dolorosas y pongamos especial atención a otras y las identifiquemos como las que nos hicieron daño de cierta forma, es decir, ni todo lo que recordamos es fiel a los hechos en su totalidad y nuestra mente selecciona ciertas cosas que nos resultan significativas para guardarlas en nuestra memoria con un monto de emociones específico.
En el pasado vive una parte muy importante de nosotros, nuestra historia personal es un recuerdo plagado de emociones y aunque no todos los momentos serán agradables, es importante darle lugar al igual que lo que recordemos con gusto porque es justo desde donde se enlazan los aprendizajes significativos y nos muestran cosas que planteamos a futuro y nuestro beneficio.
Cuando una situación demanda mucho de nuestras herramientas emocionales y no le damos tiempo para entender qué pasó, lo que hicimos y el cambio que significó para nosotros, frecuentemente nos concentramos en el dolor y cómo evitarlo. Es cuando comúnmente surge este deseo de borrar el pasado, pero paradójicamente al no ser algo que ha tomado lugar desde el entendimiento y el procesamiento de emociones que provocó, se convierte en una herida que no cierra y fácilmente afecta nuestra vida en varios sentidos, nuestra mente trae pensamientos obsesivamente tratando de buscar una solución que justo en el proceso afectivo puede encontrar un rumbo.
Hay ciertas situaciones que pueden registrarse como traumáticas y quedan de manera flotante en nuestra memoria emocional como en el caso de los duelos no resueltos, de forma que en cualquier momento alguna vivencia actual podría revivirlo y crear un conflicto o afectar directamente el presente de manera intensa, inmediata y constante como en el caso del síndrome de estrés postraumático, mismas condiciones que requieren atención profesional para su tratamiento.
Como puedes ver hay varios caminos que pueden tomar nuestras vivencias en relación con su recuerdo, pueden crear una situación paralizante, que afecte nuestro día a día o en casos extremos desarrollar un trauma, aunque ya no estemos expuestos en el presente a la situación dolorosa y nuestras emociones se encargan de alertar que algo no ha sido tramitado en nuestro mundo afectivo y da señales de alerta bastante incómodas.
En este punto te quiero señalar que no es que tú mismo tengas que identificar si lo que estás viviendo es parte del proceso de acomodo y aprendizaje en relación a una experiencia o si lo que estás desarrollando es justo la complicación de un duelo o algo que comprometa tu salud mental, es por eso que si identificas que una situación conflictiva no termina de resolverse para ti, que te paraliza en tus actividades cotidianas a largo plazo o que te causa un malestar abrumador y no puedes dar lugar a pensamientos diferentes, acudas a terapia para poder explorar tu situación y darle pie a una elaboración que te permita seguir con tu vida.
La memoria no puede ser borrada, pero el material que contiene emocionalmente es una gran oportunidad para aprender e identificar condiciones que inmovilizan tu vida y darle lugar a tu futuro sin obstáculos de emociones evadidas o no identificadas.